
De las 2.300 millones de vacunas administradas a nivel universal, los más beneficiados fueron los habitantes de naciones poderosas.
La Universidad de Oxford es la encargada de proveer estos datos, poniendo entre los primeros a Estados Unidos, que ahora es epicentro principal de turismo de vacunas.
Por su fácil accesibilidad a las mismas, personas de todas partes del mundo viajan a Norteamérica para recibir las primeras dosis, para las que no existen restricciones.
Una de las marcas más utilizadas fue la de Johnson&Johnson, pero rápidamente se incrementó el uso de las de Pfizer, así como el de Moderna, que hasta ahora son las que más fiabilidad demostraron.
Además de la rápida inmunización, Estados Unidos tiene una reserva de vacunas de aproximadamente 60 millones de AstraZeneca sin usar.
En el continente africano, la cifra de vacunaciones desciende notoriamente a tres de cada cien personas. Europa casi nivela a Norteamérica, con una tasa de aplicación de 65 por cada cien personas.
Ante la desigualdad en la distribución, estamentos como la OEA han impulsado campañas para un más justo reparto de las vacunas, de manera a que el combate sea igualitario.
Estados Unidos ahora se encuentra inmerso en un plan de solidaridad consistente en la donación de un lote de 500 millones de vacunas a países más vulnerables, entre los que se encuentra Paraguay.