Un Estado de juguete | Columnas | 5Días

Un Estado de juguete | Columnas | 5Días

Tengo una idea. El Estado paraguayo no es un Estado de verdad. Abajo paso datos y reflexiones. El contrato social está roto. La evasión es un indicador. Nadie le quiere pagar impuestos.

El equivalente al cincuenta por ciento del PIB es economía informal. Nadie confía en el gobierno que administra el Estado. Como ya dije anteriormente en otros comentarios: Los remeseros son el segmento social del Paraguay, que ni vive en el Paraguay, que tiene la mejor reputación entre la mayoría de la población que sobrevive en el país. Según Latinobarómetro el 95 % de la población paraguaya no confía en sus gobernantes y el 91 % no confía en otro paraguayo. Problema de Estado y dilema de ser o no ser una nación. No existe servidumbre voluntaria, a lo Ètienne de La Boètie. El tejido social de la nación, como se decía en el siglo pasado, está destruido.

La corrupción y la ineficiencia del soberano para recaudar se manifiesta en una presión tributaria de por sí raquítica y penúltima en América Latina, estancada desde hace una década, decreciente del 10,2 % del 2022 al 10,05 % en el 2023. La eficiencia fiscal no se mide por la evolución de los impuestos recaudados, se mide por la presión tributaria, según los organismos internacionales. Qué pedazo de la riqueza que genera una sociedad va para la misma sociedad en forma de servicios públicos: justicia, seguridad, salud, educación, etc. Todo debe ser con relación al PIB. Sólo como ejemplo, si se hubiese mantenido la misma presión del 2022, en una economía que creció en 2023, se hubiera recaudado 40 millones de dólares adicionales, no es mucho, pero es un indicador. Todo esto, en un escenario con necesidades crecientes y acuciantes que no nos llevan a una contienda civil gracias a la economía subterránea y criminal que emplea a informales, algo perverso, y gracias a las remesas de los que emigraron al exterior que superan a las rentas hidroenergèticas de Itaipù. El déficit fiscal y nuevas deudas públicas emitidas en la semana pasada para el remanejo de otras deudas históricas desnudan desequilibrios que revelan debilidad macroeconómica.

En contrapartida, para mitigar el pasivo social, en el 2023 los remeseros enviaron más de 621 millones de dólares a sus familiares y la binacional ingresó divisas por 535 millones de dólares. Los héroes remeseros representan al 116 % de Itaipù en plata social para los vulnerables. Es decir, los empobrecidos de su país – expulsados por su propio Estado – superan en crear calidad de vida a las poderosas turbinas del Paraná. Las remesas crecieron 26 % en el 2023 versus el 2022. En el mismo período las recaudaciones para hacer andar el aparato estatal crecieron sólo 6 % en valores corrientes. Los compatriotas desde Argentina y España son más guapos que los burócratas de Asunción. Sobre todo, las mujeres paraguayas de Madrid que mandan dinero para la merienda escolar de sus hijos, para los remedios de la abuela y para la casa nueva de sus hermanitos. Las compañías del interior del país viven gracias a los emigrantes.