Uno de los aspectos más destacados de esta transformación ha sido el avance de la tecnología y su impacto en la práctica legal. En la actualidad, los abogados tienen acceso a una variedad de herramientas y recursos digitales que les permiten llevar a cabo investigaciones más eficientes, manejar grandes volúmenes de datos y trabajar de manera más efectiva. La herramienta tecnológica ha posibilitado que los abogados sean más productivos y proporcionen un mejor servicio a sus clientes.
Los trámites presenciales y físicos poco a poco van quedando en desuso y la práctica profesional del abogado también migra hacia la era digital que en nuestro país tuvo su punto de partida en la sustanciación electrónica de los litigios judiciales y en la actualidad se encuentra aún en etapa de transición, pero con un buen recorrido hacia la transformación integral.
Además, la globalización y la interconexión de los mercados han llevado a un aumento en la complejidad de los asuntos legales. Los abogados ahora deben estar preparados para trabajar en casos que involucran cuestiones transfronterizas y entender las implicaciones legales tanto a nivel local como internacional. La capacitación especializada y la actualización continua se han vuelto fundamentales.