¿Trabajamos la cultura de la empresa? | Columnas | 5Días

Uno de los temas peor resueltos por las empresas, cuando no directamente sin abordar, ha sido y es el desafío de la construcción de una cultura sólida que se concrete realmente en conductas, decisiones y actitudes que pongan en práctica las personas que la integran, en sus interacciones internas y externas.

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Y eso a pesar del impacto indudable que se reconoce a la cultura corporativa en términos de diferenciación competitiva, atracción, retención y compromiso de los profesionales.

Suele ser frecuente que ante el desconocimiento de cómo hacer tangible lo intangible muchos directivos de primer nivel renuncian a considerar la cultura corporativa como un elemento diferencial clave, olvidando su responsabilidad en su construcción, o relegan este compromiso a la función de Recursos Humanos, donde tiende a convertirse en una preocupación secundaria para el negocio.

Esta desatención conduce a empresas sobregestionadas y sublideradas, donde es regla común el desequilibrio entre competencia (capacidades y resultados que conseguimos) y carácter (cómo los conseguimos), donde la búsqueda y exigencia de resultados en el corto plazo condiciona la obtención de los resultados a medio y largo plazo, robando la gestión protagonismo al liderazgo.