La economía platónica | Columnas | 5Días

Tengo una idea. El mundo de hoy no es el mismo del de la semana pasada. Ha cambiado tectónicamente en apenas ocho días. Tal como ocurre con los terremotos. El atentado de Hamas ha reconfigurado el planeta.

Supongo que la agencia de inteligencia del gobierno nacional ya tiene los nuevos hechos portadores del futuro en sus sistemas de evaluación de escenarios con N hipótesis que ya fueron presentadas al gabinete nacional. O no. Quizá estén todavía queriendo saber qué pasa dentro de Tacumbù. El gobierno anda en el chiquitaje.

He estado recolectando algunas de las facetas de ese admirable mundo nuevo, allá afuera, algunos que emergen con más fuerza luego del ataque en Medio Oriente, y otros que ya se venían reconfigurando desde hace algunas décadas. Veamos.

El nuevo orden mundial que hemos tenido en los últimos 40 años nominalmente se basó en las teorías neoclásicas de la economía. Parecía que hablábamos del mercado, pero, en la práctica, tenían que ver más bien con puras relaciones de poder concentrado en algunos, antes que con la atomización de las participaciones oferentes y demandantes. Por ejemplo, Adam Smith hablaba de la conveniencia de la especialización y la economía de escala, el caso de los alfileres, recuerdan. David Ricardo nos expuso las ventajas comparativas y el libre flujo de los factores de producción que irían a donde serían más eficientes. Todo eso nos conduce a una mayor productividad con generación de riqueza creciente y una mejora sustantiva en la calidad de vida de la mayoría de la población. Pero, estos modelos no consideraban la asimetría de información y los problemas inherentes a las imperfecciones del mercado. No hablan mucho de los riesgos del mercado, menos aún de los cambios tecnológicos. Tampoco incluyeron las externalidades, las anomalías institucionales ni las desigualdades en la distribución de la renta. La ciencia sociales crearon un relato, una narrativa alrededor de cómo funciona el mercado platónico, que es espectacular. Una retórica que convence. Muchos soviéticos del Paraguay que recibieron tierras estatales sin pasar por el mercado y se hicieron ricos se creen lobos de Wall Street. Puro espectáculo.