Se avecina más dolor. La pregunta correcta no es ¿qué tan profunda será la nueva etapa de estanflación? Mas bien, la interrogante más apropiada sería ¿qué tan prolongado será el nuevo escenario de hiperinflación, recesión, desempleo, y miseria? La caída hacia una mayor profundidad es inevitable. En cambio, la extensión del dolor dependerá de qué tan asertiva resulte la estrategia económica de Javier Milei. Estará en función, a su vez, del apoyo político y de la adherencia ciudadana de la que pueda disponer. Pero a la larga, el éxito o fracaso del modelo de Milei dependerá de la mirada que tenga hacia su Banco Central.
Javier Milei llegó a la presidencia con una campaña de hastío hacia la trayectoria económica argentina y una mirada puesta en la eliminación del Banco Central de la República Argentina. Con mucha claridad reconoció que la edad dorada argentina se quebró tras políticas retrogradas implementadas por “castas políticas” que se enraizaron en el poder. Su consigna es tirar el legado nefasto al tacho y reescribir una nueva historia económica, trazando tinta en hojas en blanco de un nuevo tomo.
Para iniciar un nuevo trayecto, naturalmente, se requiere identificar la causa que ha propiciado el cauce equivocado. Luis Caputo, ministro de economía de Argentina, y a diferencia de Milei, apuntó el dedo acusador al déficit fiscal como la madre de todos los males. “Siempre hemos sido adictos al déficit fiscal…. De los últimos 123 años tuvimos déficits 113”. El diagnóstico de Caputo, que pone al déficit fiscal como génesis de todo mal, es asertivo, no así el de Milei. Aquí no se trata del dilema del huevo o la gallina, pues toda financiación monetaria al déficit fiscal ocurre por la necesidad de financiación que genera el déficit.