Ellos debaten sobre semillas, defensivos agrícolas, precios del mercado, en suma, los asuntos más caros a su quehacer diario. Yo me nutro en lo mío, la información, el dato preciso, la opinión oportuna.
Días atrás, alguien posteó un video corto con la escena de una hembra yaguareté que cruzaba ágilmente un camino del norte chaqueño llevando a su cría de pocos meses. Cuando otros contertulios pidieron detalles más precisos, de inmediato surgió un mensaje pidiendo no hacerlo porque dar su GPS sería exponerlos al infaltable rifle asesino. Y allí quedó todo, en la tierna escena de madre e hija felinas desvaneciéndose en el monte como fantasmas rumbo a alguna aguada cercana, de las muchas que la ganadería a escala está sembrando a lo largo y ancho del territorio chaqueño.
Episodios como este se van haciendo comunes especialmente en la región Occidental. Tengo guardado el video de una piara de tañy catí (kuré ka’aguy o pecarí) cruzando tranquilamente el casco de una estancia ubicada a pocos kilómetros de Teniente Esteban Martínez. El propietario fue quien grabó la escena y la distribuyó saludando aquel hecho como algo a lo que estaba acostumbrado. De hecho, ningún chancho salvaje osaría siquiera acercarse a una estancia si no supiera, por instinto de supervivencia, que estaba a salvo él, su familia, la manada completa. Esto se repite con especies como el guazú, el mboreví, el oso hormiguero (jurumí) y muchas otras que prosperan tomando agua en los mismos bebederos del ganado vacuno.