Comés… o te comen | Columnas | 5Días

El fotoreportaje es una de las artes más contundentes al servicio del periodismo. Quedó demostrado en la tapa de ayer del colega ABC que, en una instantánea magistral, resume toda la serena autocomplacencia con la impudicia de la que hacen gala tres de sus protagonistas.

Comés… o te comen | Columnas | 5Días

Uno, asociado al mote de trato apu’á por su descarada habilidad para la compra de conciencias en época de elecciones. El segundo, por haber intentado un golpe inmobiliario expropiando a valor fiscal tierras públicas de altísimo valor de mercado. Y el tercero, penúltima adición a la cofradía, un sujeto que entró al reality show en busca de su tajada de fama truchando, dizque, un título universitario.

Esta repugnante categoría de personajes adorna cada vez con más insistencia el universo de la función pública a la que aspiran aquellos que buscan un máximum de beneficios con un mínimum de esfuerzo… y de talento. Son los que sostienen que para bajar al ruedo hay que tener estómago fuerte y dejar los modales finos para causas menos remilgosas. Los cínicos sostienen: “O estás sentado a la mesa o estás en el menú”. Comés o te comen. Este ejercicio de lógica brutal parece dejar poco espacio a quienes deseen ejercer la política con integridad. En realidad, ninguno.

Ciertos enfoques históricos presentan a Lucio Anneo Séneca como un gran moralista y a la vez, un gran corrupto. En su obra “Séneca”, el dramaturgo español Antonio Gala asegura que el gran filósofo de la Hispania romana “es una invitación a no renunciar a los ideales, a no esperar pasivamente a que cambie el viento sino a participar activamente para alterar el rumbo de nuestro destino”. Dantón, el combativo tribuno de la revolución francesa, lo diría sin vueltas: “Sí, vendí mi vientre pero salvé la República”.