155 años de la Batalla de Tuyutí

Los historiadores y estudiosos coinciden que la carrera hacia la derrota del Paraguay en la cruenta Guerra Grande comenzó en el ‘barranco blanco’ de Tuyutí.

En 1866 las tropas combinadas de la Argentina, el Uruguay y el Imperio del Brasil cruzaron por Paso de Patria y, tras un enfrentamiento en Estero Bellaco, se estacionaron en la zona de Tuyutí, para analizar el terreno.

La cautela del general argentino Bartolomé Mitre se debía a lo accidentado de la zona, con esteros y lagunas, de los que no había mapas, y que -en cierta forma- protegían su posición, a entender de sus cartógrafos.

Lo que Mitre no sabía es que el Ejército Paraguayo, al mando del Mariscal Francisco Solano López, planeaba un gran ataque sorpresa al campamento mismo por tres flancos.

Para tal fin, López aglutinó la mayor cantidad de soldados posible, con la esperanza de salir victorioso, inclinar la guerra a su favor y negociar la paz con los aliados y su retirada del territorio paraguayo.

EL PLAN

Un principio de Guerra señala que a pesar de que numéricamente sea inferior en relación al enemigo, el denominado “factor sorpresa” puede magnificar el golpe e igualar condiciones.

La idea era que dos grandes columnas ataquen el centro mismo del desprevenido campamento aliado, fijando su posición. El coronel José Eduvigis Díaz y el coronel Hilario Marcó eran los que iban a realizar la maniobra y el resto caería por la retaguardia.

El planeamiento del Mariscal López fue ejemplar, pero en la ejecución se cometieron errores.

PÉRDIDA DEL FACTOR SORPRESA

La idea era atacar al amanecer, para sorprender a los aliados en sus camas, pero la señal recién se dio al mediodía cuando todos los mismos ya estaban ocupando las posiciones de armas.

Si bien las tropas aliadas retrocedieron en un primer momento, se rearmaron y contraatacaron. La caballería paraguaya fue destrozada. Los aliados hicieron valer su superioridad numérica y su capacidad de fuego (contaban con 60 cañones contra menos de 10 de los paraguayos).

El resultado fue catastrófico en cuanto a bajas y heridos.

La descoordinación de los comandantes paraguayos fue tal que, ante la situación desfavorable, el Ejército emprendió la retirada y fue perseguido. Sin embargo, en un momento de la retirada el entonces Coronel Eduvigis Díaz ordena a la banda para’i que ejecute la música del Campamento Cerro León, y la banda lo hizo con tanta fuerza que al escuchar los aliados creyeron que habían llegado refuerzos y cesaron la persecución. De esta manera el Ejército Paraguayo se salvó de una aniquilación total.

En esa batalla se enfrentaron, según estimaciones, unos 70 mil hombres, 45 mil de los aliados y 25 mil paraguayos.

En Tuyutí se sucedieron actos de heroísmo en ambos bandos, soldados defendiendo el honor de sus patrias que pelearon con furia devastadora, convirtiendo a esta en la batalla más sangrienta librada nunca antes en América Latina.

Se cuenta que un joven abanderado paraguayo, al percatarse que era el único sobreviviente de su regimiento, decidió no entregar su bandera, a la que destrozó con los dientes ante la mirada azorada de los soldados brasileros que intimaban su rendición. Después el joven se arrojó al Estero. Era mejor morir que vivir y ser tomado prisionero. Esto fue solo una muestra del coraje guaraní, que asombrará más de una vez a los aliados.

CONSECUENCIAS

Después de Tuyutí, el Mariscal López se vio obligado a retroceder y encerrarse en la Fortaleza de Humaitá, que sería un baluarte dificilísimo de tomar y costaría la vida de miles de aliados en la batalla de Curupayty.

El Ejército Paraguayo ya no volvió a reponerse de las bajas sufridas. López perdió la iniciativa y se vio obligado a mantener una estrategia defensiva, erosionada lentamente por la superioridad numérica y tecnológica de los invasores.

Así iniciaba el calvario de los paraguayos por la defensa de su territorio.