Los CDC de Estados Unidos publicaron una nueva actualización en su „Guía sobre ventilación en edificios“, en la cual abordan distintas estrategias que deben ser adoptadas para evitar que los aerosoles permanezcan en el aire.
Una de las principales novedades tiene que ver con la recomendación de medir el nivel de dióxido de carbono (CO2) con medidores portátiles para controlar la ventilación en ambientes cerrados, sitios considerados como potenciales focos de contagio de COVID-19.
“Las partículas virales del SARS-CoV-2 se propagan entre personas con mayor facilidad en espacios cerrados que al aire libre. A menudo, la concentración de partículas virales en interiores es más alta que en espacios al aire libre, donde incluso una suave brisa puede reducir rápidamente las concentraciones. Al estar en espacios cerrados, las estrategias de mitigación en materia de ventilación pueden ayudar a reducir la concentración de partículas virales”, refiere el artículo web.
El monitoreo de CO2 puede proporcionar información sobre la ventilación en un espacio determinado, la cual puede utilizarse para mejorar la protección contra la transmisión del COVID-19, según los CDC.
A fin de reducir costos, una buena opción es utilizar instrumentos portátiles de medición, de acuerdo a la recomendación, de manera a que se pueda hacer la monitorización de la concentración de CO2 en interiores y con ello determinar si se debe mejorar la ventilación.
Para asegurar una buena ventilación, las lecturas de CO2 tendrían que estar por debajo de 800 ppm (partes por millón). Si las lecturas de referencia están por encima de este nivel, se debe ver la posibilidad de aumentar el suministro de aire del exterior.
Entre las principales recomendaciones de los CDC para mejorar la ventilación en interiores se destacan:
*Aumentar la introducción de aire del exterior
*Usar ventiladores para potenciar la efectividad de las ventanas abiertas
*Garantizar que los sistemas de ventilación funcionen correctamente y propicien una calidad de aire aceptable en el interior de acuerdo al nivel de ocupación de cada espacio
*Equilibrar o adaptar los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado para aumentar el flujo total de aire hacia los espacios ocupados cuando sea posible
*Apagar los controles de ventilación a demanda que reducen el suministro de aire con base en la ocupación o temperatura durante los horarios de ocupación
*Mejorar la filtración central del aire
*Garantizar que los extractores de aire de los baños funcionen con capacidad total cuando el edificio está ocupado
*Inspeccionar y mantener la ventilación con extractor en áreas como cocinas, zonas de preparación de comidas, etc.
*Usar sistemas portátiles de ventilación/filtración de alta eficiencia para partículas (HEPA) para ayudar a optimizar la purificación del aire (especialmente en áreas de mayor riesgo, como consultorios de enfermería o espacios habitados por personas con mayor probabilidad de tener COVID-19 y/o mayor riesgo de contraer COVID-19)