Las políticas públicas para el desarrollo tienen grandes desafíos que frecuentemente se muestran esquivos a las acciones del gobierno a pesar de insumir millonarios recursos públicos. Se podrían destinar cientos de millones de dólares al año para mejorar el aprendizaje de los alumnos, generar empleos juveniles de calidad, aumentar ingresos de grupos vulnerables, disminuir la incidencia de la malnutrición infantil, de accidentes de tráfico, entre otros. Sin embargo, a pesar de los centenares de millones de dólares invertidos anualmente en estos objetivos, frecuentemente los resultados obtenidos son bajos.