Ni recambio, ni renovación

Por definición, recambio significa sustituir la pieza de un mecanismo por otra que es igual, mientras que renovación es cambiar el aspecto de algo para que parezca nuevo, aunque no lo sea.

En esto tiempos electorales deben ser, recambio y renovación, dos de las palabras más escuchadas en la boca de los políticos, sobre todo en la de aquellos que, parados en un imaginario pedestal moral e intelectual (es por el bien superior de la patria dijeron unos; si no sos político no lo vas a entender dijeron otros), intentan demostrar que ellos son lo que nosotros necesitamos, cuando en realidad políticos son lo que menos necesitamos.

Esta semana hubo dos hechos que dejaron a las claras la hipocresía de la “renovada” clase política; toda, sin importar el color, ANR o Concertación, da igual. Muchos de los que se presentaron como la “nueva política” o la nueva forma de hacer política sucumbieron al poder de las estructuras. Olvidaron “sus principios” por la apetencia de un cargo, de un espacio que les permita “mamar la generosa teta del Estado”.

Sí, al mejor estilo marxista, pero de Groucho Marx («Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros») dejaron de lado esos principios para ser vicepresidentes algunos, senadores otros; olvidando sus promesas de una nueva forma de hacer política.

Pasar por encima de la palabra empeñada o de la ley, según sea el caso que tomemos de ejemplo  tiene un costo, y aunque no seré yo quien se los diga, las urnas si les harán llegar el mensaje de que no necesitamos ni recambio ni renovación, necesitamos una nueva política, y ésta no los incluye.

La entrada Ni recambio, ni renovación se publicó primero en Informatepy.