Me gustó esta definición de carne artificial expresada por el Dr. Pedro Galli, presidente de la Asociación Rural del Paraguay, al informar sobre las advertencias que deben estar presentes en todo lugar en que se comercialice y se sirva carne en un menú. Esto requiere mucha honestidad profesional.

Si me lo permiten apelaré a un ejemplo autoreferencial. En cierta oportunidad, en un restaurant de la ciudad de Salta, se me ocurrió pedir una de las especialidades del día, picante de vizcacha. Cuando uno tiene 25 años cree poder entrarle a lo que sea y ese estofadillo me estaba provocando. ¿Por qué no? me dije. El mozo parecía sorprendido. Sabía que yo era paraguayo y que pisaba por primera vez la bella provincia argentina, rica en cocina nativa. Me desconcertó al preguntarme si estaba seguro del pedido. Raro para un mozo, aún más para un restaurant.

Para no alargar, el picante de vizcacha me llegó, su aroma me envolvió… pero no pude siquiera probarlo. Al fin y al cabo, me dije, es un roedor que no difiere gran cosa de la rata común. El mozo ya me lo había advertido, sin el detalle familiar de Mickey Mouse, desde luego.