20 años de la tragedia del Ykua Bolaños

La tragedia del incendio del Ykua Bolaños que se cobró la vida de centenas de compatriotas ha producido un dolor tan grande en la sociedad paraguaya que perdurará para siempre.  No importa que todas las personas reciban la mejor indemnización, o los más sentidos homenajes, o tengan un memorial lleno de luces, agua, rosas y fragantes hierbas de romero.  No importa el cielo azul ni las canciones, ni los instrumentos más dulces.  El 1 de agosto seguirá doliendo, a familiares, amigos, parientes, paraguayos o cualquier ser humano que tenga un corazón.

20 años de la tragedia del Ykua Bolaños20 años después. Sitio de Memoria y Centro Cultural 1A – Ycuá Bolaños

El tiempo y los años, van cambiando la perspectiva, las miradas…  Hoy, comprendí el trabajo de dos profesionales jóvenes, Panchi Tomboly y Sonia Caríssimo, quienes ganaron el concurso para el diseño del edificio del Memorial.  En el 2018 trabajamos juntos en la mesa del Ykua en mi paso por la Secretaría Nacional de Cultura, junto con Christian Olmedo, la hermana Juana Gómez,  y otros familiares de víctimas. Recorrer el memorial es una experiencia de respeto, de homenaje, de empatía.  Es un lugar que te interpela y te exige tu esencia integral: todos tus sentidos, tu raciocinio, tu memoria, tu corazón, tu alma, tu espíritu, tu trascendencia.   Entendí el concepto de un edificio abierto, sin ningún tipo de puertas que puedan cerrarse.   La austeridad de las paredes y los techos.  El agua, llena de luces que emergen en la noche para llenar de danza el sutil movimiento de las aguas… las candelas alrededor de ese pequeño lago de recuerdos.  Una rampla lleva a la torre, que es primer sitio real y lleno de simbolismo: Allí, en pequeños nichos están los elementos que evocan a estas centenares de personas, cuyas vidas quedaron atrapadas, pero que tienen allí un conducto que lleva al cielo, como la llama de las velas busca el oxígeno siempre subiendo.  Fotos de niños sonrientes, imágenes religiosas, flores naturales o de tela, todos tienen las huellas digitales del dolor… No fue una muerte “normal”, fue un martirio.

El Sitio de Memoria y Centro Cultural 1A – Ycuá Bolaños, es un espacio único por su valor, con recuerdos que no tienen precio.
El incendio de Ykua Bolaños causó 327 fallecidos, entre 249 a 500 heridos de diversa consideración, y 6 desaparecidos.

Cuando escribo estas líneas no puedo evitar las lágrimas.  Conocí a muchos de los que murieron.  Conocí a Zulema que desapareció.  Fue mi primera jefa, en mi primer trabajo.  Recuero su piel tan transparente y delicada.  Su cuerpo nunca fue encontrado.  Conozco a Carlitos que perdió a su hija de 9 años y a su madre. Ykua es un lugar de interpelación.  Tanto dolor de los sobrevivientes quema como el fuego que martirizó a los muertos en la tragedia. A medida que pasan los años, esa interpelación es más profunda.  Porque el ser humano siempre trata de entender.   Su afán es comprender, de alguna forma, para aceptar y trascender, y ser libre.


Sonaron las sirenas de los bomberos, este 1 de agosto a las 11:20, como cada año desde aquel fatídico 2004, recordando el inicio exacto de la tragedia de Ykua Bolaños. Las aguas empezaron brotar de las fuentes, apagando el fuego simbólico en el centro de la terraza.

Una crónica sobre los 20 años del Ykua Bolaños no puede reducirse a un relato “objetivo” y descriptivo sin poner el alma y el corazón.  Esa crónica sería injusta en medio de un Memorial.  En la mañana del 1 de agosto del 2024, luminosa, de suave brisa, en una terraza rodeada de rosas de distintos colores, y plantas de romero, se reunió la sociedad paraguaya: médicos, bomberos,  la policía, representantes del gobierno central y del gobierno municipal.  Allí estaban los sobrevivientes, familiares, amigos,  vecinos, ciudadanos de Paraguay.  También quizás (no podemos ver sino con la Fe)  estaban aquellos mártires abrazando a sus familiares acompañados de ángeles.    En esa ceremonia hubo fuego y agua, y la sirena que puntualmente suena en el barrio histórico de Trinidad, en la hora exacta que se desató la tragedia.   Hubo llanto para desahogar el corazón, hubo abrazos.  Cientos de palomas invisibles de paz y esperanza se elevaron al cielo, pidiendo por un Paraguay más justo.  Eran los deseos, las plegarias de los corazones.  Ykua siempre dolerá, como duele una guerra.  Pasarán muchas generaciones que vendrán aquí, como van a un lugar de peregrinación sagrado, a meditar y reflexionar sobre cómo crecer a partir de este dolor.

Concentrada en sus pensamientos, esta mujer llevó flores a los pies del familiar que murió en Ykua Bolaños.

Existe un antes y después del 1 de agosto del 2024. Pedimos por los mártires a Dios… y pedimos a ellos que intercedan por nosotros, para que no seamos indiferentes, y que  nos una el amor a estos seres que partieron, para poder dejar de lado nuestras superficiales diferencias como ciudadanos que compartimos un lugar común.

Ella sonríe. Aquel domingo 1 de agosto, ya no volvió a su casa donde la esperaban para el almuerzo familiar.
Estas flores naturales se mecían con la brisa de la mañana del 1 de agosto del 2024, como si un angelito los tocase. El rostro de un niño que falleció en el incendio del supermercado Ykua Bolaños, en el barrio Trinidad de Asunción.
Ofelia brilla.  Preciosa niña fallecida en el incendio del Supermercado Ykua Bolaños. Otro de los tantos rostros jóvenes que nos han dejado su sonrisa como consuelo en estos muros.

 

Su niña se llamaba Rossana Esther. Pasaron pocos meses de su fiesta de graduación del colegio y tenía muchos planes. «Era muy hermosa», susurra su mamá.
Meses antes de la tragedia, Rossana lucía radiante en su fiesta de colación.

 

Christian Olmedo, activista por los derechos de los familiares de la víctimas, sostiene un cartel con los nombres de los desaparecidos en el incendio del Ykua Bolaños. Sus cuerpos no fueron encontrados.

Fotografías y texto: María Luisa Ferreira

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